A veces,
sólo a veces,
(si fuera siempre sería insoportable)
a mi padre se le escapa
el alma por los ojos.
Mirada de huesos gastados.
Mirada de hipoteca y letras de banco.
Mirada de piel a secas.
Mirada de hombre de la casa entre tanta ropa femenina.
A veces,
sólo a veces
a mi padre se le resbala el alma por los ojos,
y yo quisiera correr detrás a recogerla,
ponerle mercromina
y salivita y sana sana culito de rana...
Sin embargo me quedo quieta,
agazapada en el televisor o los macarrones,
como si hubiera algo de deslealtad e impudicia
en este haberlo pillado,
por descuido,
con todo su cansancio al aire.
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